En el antiguo Perú, el orden cósmico era visto organizado desde una perspectiva de cuatripartición. Para asegurar la salud y relacionarse con el mundo externo, cada persona tenía que estar en armonía con este orden. De acuerdo a esta concepción, la vida depende de los factores de arriba y de los de abajo, de los factores masculinos y femeninos; de los factores del aire y de la tierra, como de lo cálido y lo frío. Este concepto era comúnmente llamado de los cuatro vientos, o también de los cuatro suyos o de las cuatro pachas (fuentes, pachas o tiempos) de la vida.
El término viento (wayra, en quechua o runasimi) para los antiguos peruanos (andinos y amazónicos) no estaba dirigido únicamente a designar el fenómeno físico, por analogía se refería también al fluir de las fuerzas o energías que conforman la vida, que se manifiesta como la armonía o supremo equilibrio de las fuerzas del cosmos. Por esa misma razón, aún en la medicina tradicional peruana, los chamanes y curanderos hablan de los vientos de arriba y de los de abajo, de los vientos anteriores y de los vientos posteriores, como causantes de la enfermedad (o desequilibrio), así como que invoquen también a los wayras para restaurar la salud o el equilibrio vital. Wayras o vientos también son llamadas las plantas psicoactivas, fundamentales en las tradiciones chamánicas panperuanas: el sanpedro o wachuma (Trichocereus pachanoi), la ayahuasca (Banisteriopsis caapi), la misha (Datura), el toé o guarguar (Brugmansia), la wilca (Anadenanthera colubrina), el tabaco, etc.
Los tawa wayra en equilibrio
Toda la tradición médico religiosa de los antiguos peruanos estaba dirigida a mantener el equilibrio de los cuatro vientos (tawa wayra) de la vida, pues sólo de este modo cada ser humano puede asegurar el orden de su interioridad (como lo hace el cosmos, y cada elemento que lo compone) y puede dialogar permanentemente con el Noqa Kani Kani, Entelequia o Energía Vital y sus manifestaciones en cada uno de los mundos: en el de arriba y en el de abajo, en el masculino y en el femenino, donde fluye la vida al igual que lo hacen los vientos.
La enfermedad igualmente era concebida como un desequilibrio entre las fuerzas internas con las fuerzas externas.
La Organización Mundial de la Salud manifiesta que la salud es el estado de bienestar físico y mental, y social satisfactorio, y con este modelo la medicina oficial ha tenido grandes avances, particularmente en lo que es la especialización médica. Sin embargo, en relación al modelo mismo, la concepción de la medicina tradicional indígena, en nuestra opinión, es mucho más evolucionada.
La salud como estado de equilibrio
Para la concepción indígena, la salud es un estado de equilibrio entre el individuo y su entorno ecológico y sociocultural, incluyendo lo natural y lo espiritual. Es decir, consiste en una especie de paralelismo entre la ecología interior y la de la naturaleza. Para la concepción indígena, el hombre que depreda la naturaleza, en los niveles que lo hace ahora, primero se ha depredado espiritualmente.
Los médicos tradicionales, a través de las plantas sagradas, lo que buscan es restituir ese equilibrio interior, para después reparar los daños personales y socioculturales sobre la naturaleza y sobre el mismo cuerpo. Encontrarse en el centro de los cuatro vientos de la vida para nutrirse de la energía vital perdida y restaurar nuestro cosmos interior y lo que se ha dañado del cosmos exterior. La persona, para recobrar la salud o el florecimiento de su vida, tiene necesariamente que recobrar la armonía total o el encanto de los cuatro vientos, y así alcanzar la salud, la plenitud de sus sentimientos, el (re)conocimiento y un mejor destino para sí y los suyos. Razón suficiente para recurrir a la medicina tradicional en el antiguo Perú y también hoy.
Es necesario recordar que la raíz lingüística de medicina en las lenguas occidentales es la palabra latina mederi que viene de la acepción “medir” y ya lo sentenciaba el griego Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”, pues tiene su “medida interior” su propia referencia de la vida. De lo que se trata, pues, es de recobrar la justa medida de nuestras vidas.
La integración del Chamanismo y Medicina Indígena Amazónica (la riqueza de sus plantas medicinales y técnicas de ampliación de la conciencia) con la psicología y psicoterapia occidental (sus técnicas interpretativas, elaborativas e integradoras de la personalidad) ofrecen la posibilidad de instaurar un trabajo de conexión y sincronía transpersonal integrativa, cuyos resultados rebasan los actuales conceptos de salud, y son recomendables para personas no indígenas.